📩 Salir del abismo: mi camino en la rehabilitación

Nunca pensé que llegaría a escribir una carta como esta. Hubo un tiempo en que no podía imaginar ni un solo día sin consumir. Todo giraba en torno a la próxima dosis, a escapar del vacío que sentía por dentro. Las drogas me daban esa ilusión de control, de calma. Y al final me quitaron todo: amigos, trabajo, familia, hasta el respeto por mí mismo.

El primer paso para cambiar fue admitir que ya no podía solo. Eso me costó más que cualquier otra cosa. Me crié con la idea de que pedir ayuda era signo de debilidad. Pero un día toqué fondo. Y fue ahí, en medio de la desesperación, donde encontré la fuerza para levantar la mano y decir: “Necesito ayuda”.

Ingresé en un centro de rehabilitación sin mucha esperanza. Pensaba que sería otra pérdida de tiempo. Pero poco a poco, entre terapias, charlas, recaídas y nuevas oportunidades, fui entendiendo que la adicción no me definía. Que yo podía construir una vida distinta.

Hoy no les escribo desde la cima de ninguna montaña. Estoy en camino. Cada día es un paso. Hay tentaciones, hay miedos, pero también hay una claridad que antes no tenía. He aprendido a reconocer mis emociones, a no taparlas con sustancias. He recuperado relaciones que creía perdidas. Y, sobre todo, he vuelto a sentir orgullo por pequeñas cosas que antes pasaban desapercibidas.

Si alguien que lee esto está luchando contra una adicción, le diría que no se rinda. No es un camino fácil ni lineal. Habrá caídas, pero también habrá momentos en que el sol asoma. Y vale la pena.

Gracias por este espacio donde uno puede contar su historia sin juicio. Contarla ya es parte de la sanación.