Hacer ejercicio, comer sano, dormir bien. Todo eso suena a cuidado. Pero ¿qué pasa cuando esas acciones ya no nacen del deseo de bienestar, sino del miedo a engordar, a enfermar, a “no dar la talla”? ¿Qué ocurre cuando el cuerpo se convierte en un proyecto, una exigencia o una obsesión?
“No todo lo que parece saludable es sano. Y no todo lo que se presenta como autocuidado es respeto por uno mismo.”
En tiempos de culto a la imagen, la línea entre cuidarse y castigarse puede ser más delgada que la cintura idealizada en las redes sociales.
El cuerpo como campo de batalla
La cultura contemporánea ha convertido al cuerpo en una especie de cartel biográfico: allí se supone que debe leerse disciplina, control, éxito. No basta con estar sano: hay que parecer saludable, ser eficiente, cumplir el estándar estético vigente.
La delgadez se asocia con fuerza de voluntad. El sobrepeso con dejadez. El ejercicio intenso con compromiso. El descanso con flojera. Y así, los cuerpos dejan de ser habitados para ser gestionados, moldeados, corregidos.
La filósofa Susan Bordo (1993) alertó sobre la medicalización del cuerpo femenino, pero sus ideas se extienden hoy a todos los géneros: el cuerpo ya no es un lugar que sentimos, sino un producto que debemos optimizar.
¿Cuándo el cuidado se transforma en castigo?
La clave no está en el hábito, sino en la intención y en la emoción que lo acompaña. Algunas señales de que algo que parece saludable puede ser una forma de maltrato:
- Hacer ejercicio con culpa o por castigo ante lo comido.
- Evitar comidas no por salud, sino por miedo extremo al aumento de peso.
- Medir el éxito diario en calorías quemadas o pasos dados.
- Vivir con vergüenza constante del propio cuerpo.
- Rechazar el descanso por sentirlo como pérdida de tiempo o debilidad.
“No es lo que se hace, sino desde dónde se hace.”
Un cuerpo no necesita perfección. Necesita descanso, movimiento, comida nutritiva, placer y límites. Lo que no necesita es ser objeto de tortura en nombre del progreso personal.
El discurso tóxico del bienestar
En nombre de la salud, muchas industrias promueven discursos que terminan culpabilizando a quienes no encajan en sus estándares. La llamada “cultura del bienestar” puede ser más violenta que sanadora cuando:
- Disfraza la delgadez como virtud ética.
- Estigmatiza la gordura como irresponsabilidad.
- Promueve soluciones únicas para cuerpos diversos.
- Reduce la salud a una cuestión de fuerza de voluntad.
El nutricionista Tim Caulfield (2015) ha desmantelado en sus estudios muchas de estas falsas promesas de dietas milagrosas, ayunos extremos o regímenes descontextualizados. Lo que sirve a una persona puede dañar a otra. No hay recetas universales.
Cuidar el cuerpo: una práctica de dignidad, no de autocastigo
El cuerpo no es el enemigo. No necesita ser corregido, domado o estandarizado. Cuidar el cuerpo implica escuchar sus señales, no imponérselas desde afuera. Respetar el hambre, el cansancio, el deseo. Moverse con gozo, no con miedo. Comer con placer, no con culpa.
Algunas claves para un cuidado genuino:
- Escuchar las emociones antes de juzgar el espejo.
- Reconocer que el bienestar no se mide en tallas ni en índices.
- Privilegiar la energía y la vitalidad sobre el número en la balanza.
- Aceptar que hay días en los que el mejor cuidado es descansar.
“La relación con el cuerpo es, en el fondo, una relación con uno mismo.”
Conclusión
En una época que convierte todo en rendimiento, incluso el cuidado puede volverse esclavitud. Pero no hay salud sin libertad. Y no hay libertad sin conciencia. Por eso conviene preguntarse, sin culpa pero con valentía:
“¿Estoy cuidando mi cuerpo o lo estoy castigando?”
Responder a esa pregunta con honestidad puede ser el primer acto real de bienestar.
Referencias
- Bordo, S. (1993). Unbearable Weight: Feminism, Western Culture, and the Body. University of California Press.
- Caulfield, T. (2015). Is Gwyneth Paltrow Wrong About Everything?: When Celebrity Culture and Science Clash. Beacon Press.
- Sassatelli, R. (2010). Fitness Culture: Gyms and the Commercialisation of Discipline. Palgrave Macmillan.