Vivimos en una época donde incluso el descanso ha sido convertido en una obligación productiva. La lógica del rendimiento, que antes gobernaba exclusivamente el trabajo, ha logrado infiltrarse también en nuestros espacios más íntimos y supuestamente libres. Ya no descansamos por placer, sino para rendir más. Ya no leemos por gozo, sino para acumular capital cultural. Ya no salimos a caminar por aire, sino para medir pasos. ¿Dónde quedó el derecho a simplemente ser?
El rendimiento como trampa del ocio
El ocio, en lugar de ser un espacio liberador, ha sido rediseñado como una prolongación de la eficiencia. Se nos habla de “rutinas de recuperación”, de “dormir estratégicamente”, de “optimizar el tiempo libre”. Las aplicaciones nos indican cómo relajarnos de forma efectiva. Los podcasts de bienestar recomiendan mindfulness para mejorar el desempeño. Y si compartimos un pasatiempo, mejor que genere ingresos, visualizaciones o impacto social.
“Cuando el descanso se convierte en otro deber, hemos perdido el sentido de la libertad.”
— DesdeLaSombra.
El problema no es descansar, sino la imposibilidad de hacerlo sin sentir culpa. Como si no hacer nada fuera un pecado capital, un crimen contra la eficiencia.
¿Qué clase de descanso practicamos?
Muchos fines de semana se parecen a un lunes disfrazado. Las agendas personales se llenan de compromisos de “ocio productivo”: clases de crecimiento personal, retos de lectura, entrenamientos, talleres, eventos “inspiradores”. Todo parece diseñado para mantenernos ocupados, motivados, activos. Incluso las vacaciones se organizan como proyectos: recorridos optimizados, planes medidos, publicaciones obligatorias.
¿Y si el verdadero descanso no se puede planear? ¿Y si consiste, justamente, en no hacer nada útil?
El ocio como espacio de libertad
Para los antiguos griegos, el ocio (scholé) no era un lujo ni una pérdida de tiempo, sino la condición necesaria para el pensamiento, la conversación y la vida contemplativa. Aristóteles veía en el ocio no una pausa del trabajo, sino su superación. El ser humano, en su plenitud, necesita espacios de gratuidad, no mediados por la utilidad.
Hoy, sin embargo, cualquier momento improductivo se vive como una falla. Y esto no es casual. La cultura neoliberal ha convertido al sujeto humano en una microempresa de sí mismo: debe invertir, capitalizar, proyectarse. Incluso su descanso debe tener ROI (retorno de inversión).
El descanso como derecho, no como estrategia
En este contexto, defender el descanso como una experiencia que no necesita justificarse es un acto contracultural. Es volver a reconocer que somos cuerpos, no engranajes; que la mente necesita pausas, no métricas; que el alma (si se quiere usar esta palabra) respira en la lentitud, no en la presión constante por rendir.
Un paseo sin destino, una conversación sin propósito, una siesta sin culpa: estos son actos que escapan al dominio del mercado. Y por eso mismo, son profundamente humanos.
Recuperar el valor de lo inútil
La paradoja es que, en muchas ocasiones, las mejores ideas, los descubrimientos más profundos o las transformaciones más significativas no nacen del esfuerzo planificado, sino del ocio despreocupado. La creatividad, por su naturaleza, requiere espacios donde nada esté en juego, donde no se espere nada a cambio. Donde simplemente uno pueda conectar con lo que le habita sin presión alguna.
“Solo quien se permite no rendir puede encontrar lo que realmente vale.”
— DesdeLaSombra.
Conclusión: una ética del descanso
No se trata de despreciar la productividad, sino de ponerla en su sitio. No todo lo valioso es útil. Y no todo lo útil es necesario. Una vida digna incluye tiempo improductivo, desconectado, silencioso, estéril a los ojos del mercado pero fértil para el alma.
Descansar no debe ser una estrategia para rendir más. Debe ser un derecho no negociable. Un gesto de autonomía frente a una cultura que quiere explotarnos hasta en nuestros sueños.
Defender el ocio sin culpa es, quizá, una de las formas más radicales de recuperar nuestra humanidad.
Referencias
- Han, B. C. (2015). La sociedad del cansancio. Herder Editorial.
- Pieper, J. (2003). El ocio y la vida intelectual. Ediciones Rialp.
- Rosa, H. (2020). Resonancia: una sociología de la relación con el mundo. Katz Editores.
- Byung-Chul Han, B. C. (2017). Psicopolítica: neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder Editorial.