
El precio de no decidir: cómo la postergación nos aleja de quienes podríamos ser
Posponer. Esperar “el momento adecuado”. Decidir mañana. Con cada aplazamiento, con cada silencio que sustituye una elección, la vida se diluye sin que lo notemos. No siempre se trata de pereza ni de falta de voluntad. A menudo, postergar decisiones importantes es una forma de protegernos del abismo del cambio, de evitar el vértigo que produce la libertad. Pero esa protección tiene un precio: la postergación prolongada puede convertirse en una renuncia silenciosa a quienes podríamos ser. Esta entrada propone una reflexión ética y profunda sobre la indecisión, el autoengaño y el valor de actuar a pesar del temor. ...