Vivimos inmersos en una web que prometió libertad y terminó vendiendo vigilancia. Lo que comenzó como una herramienta de comunicación y servicio, hoy se ha convertido —en demasiados casos— en una sofisticada maquinaria de rastreo. El desarrollo web ya no es solo una cuestión técnica o estética: se ha transformado en un acto profundamente ético, cargado de implicaciones para la privacidad, la autonomía y la dignidad del usuario.


El código que no se ve… pero sí espía

Una página web no es solo lo que muestra. Es también lo que esconde. Bajo el diseño elegante y las animaciones fluidas, se ocultan —muchas veces sin consentimiento real— scripts que rastrean, cookies que persisten más allá de lo razonable, bibliotecas que transmiten datos sin control y sistemas de análisis que convierten cada clic en información comercializable.

El usuario promedio no lo nota. Pero el desarrollador lo sabe.

Detrás del “aceptar todo” se esconde un ecosistema de explotación de datos donde la persona que visita un sitio es tratada como mercancía, no como sujeto. Incluso los formularios más inocentes pueden estar enviando información a terceros sin que nadie lo advierta. ¿A cambio de qué? De estadísticas, segmentación publicitaria, o simple vanidad empresarial.


¿Diseñamos para servir o para manipular?

La web fue pensada para compartir conocimiento, conectar a las personas y facilitar la colaboración. Hoy, muchas páginas parecen diseñadas más para retener que para informar, más para manipular que para servir. Desde patrones oscuros (dark patterns) hasta interfaces confusas que esconden opciones de privacidad, el desarrollo web ha sido cooptado por una lógica donde todo vale con tal de maximizar el beneficio.

Y es aquí donde el dilema ético se vuelve ineludible: ¿es legítimo sacrificar la libertad del usuario en nombre de la conversión? ¿Es aceptable construir sitios que funcionen como trampas invisibles? ¿Es digno ocultar código que espía, mientras se predica innovación y diseño humano?


La paradoja del usuario consciente

Peor aún: quien decide proteger su privacidad es castigado. Los bloqueadores de anuncios impiden acceder a contenidos básicos. Navegadores como Tor son rechazados. Herramientas de protección son vistas con sospecha. Se castiga al que no quiere ser rastreado, se premia al que se rinde.

Esta lógica es perversa. Porque normaliza la idea de que lo gratuito no solo cuesta datos, sino sumisión. Como si negarse a ser espiado fuese una falta de civismo digital.


Un manifiesto por el desarrollo web consciente

Pero otra web es posible. Una web que respete. Que funcione sin espiar. Que no obligue al usuario a rendirse para participar. Que no base su modelo en la recolección encubierta de datos. Que valore más la confianza que las métricas.

Crear este tipo de sitios requiere principios. Y también valentía. Porque muchas veces implica renunciar a herramientas populares, cuestionar bibliotecas establecidas, o enfrentarse a quienes solo ven el código como medio para monetizar.

Aun así, la ética no es negociable. Y menos cuando se tiene el poder de moldear el mundo digital donde otros habitan sin saber qué hay debajo.


Un llamado a quienes crean la web

Desarrolladoras, diseñadores, editores, emprendedores digitales: ustedes no son neutrales. Cada línea de código que escriben tiene impacto. Cada decisión técnica comunica valores. Cada funcionalidad incluida (o excluida) dice algo sobre cómo entienden al usuario.

¿Lo ven como un visitante digno de respeto? ¿O como una oportunidad para extraer datos?

Recuperar la ética en la web no es solo una opción. Es una urgencia.


Conclusión: dignidad en cada clic

El futuro digital no será libre si el presente se construye sobre trampas. Necesitamos una nueva ética del desarrollo web que coloque en el centro la privacidad, la transparencia y la honestidad. Una ética que vea al usuario como fin, no como medio.

Porque navegar no debería ser un acto de exposición. Visitar un sitio no debería implicar renunciar a la intimidad. Y desarrollar una página debería ser, ante todo, un compromiso con la verdad.

Cada sitio web puede ser una embajada de dignidad o un laboratorio de vigilancia. La elección está en nuestras manos.


“No se trata de escribir código que funcione, sino de escribir código que no traicione.”
— DesdeLaSombra.


Referencias

  • Fundación Mozilla. (2023). Privacidad en la web: prácticas comunes y soluciones recomendadas.
  • Stallman, R. (2021). El software libre y la ética digital. Fundación para una Sociedad Libre.
  • Electronic Frontier Foundation. (2022). Guía para desarrolladores sobre privacidad por diseño.