
Dinero sin amos: la revolución silenciosa de las finanzas descentralizadas
Durante siglos, el dinero fue mucho más que papel. Fue oro, fue plata, fue algo que tenía un valor en sí mismo. Era posible tocarlo, pesarlo, fundirlo, intercambiarlo. No necesitaba promesas. No dependía de la confianza en una entidad. Era valor en estado puro. Pero con el tiempo, ese dinero fue reemplazado por otro: el dinero fiduciario, respaldado únicamente por la confianza —o sumisión— a gobiernos y bancos. Y con él, poco a poco, perdimos algo más que el metal: perdimos la soberanía financiera. ...