
El vértigo de lo inolvidable: cuando la vida se vuelve una vitrina
Vivimos tiempos en los que se ha convertido en mandato implícito “vivir experiencias únicas”. No basta con vivir: hay que documentar, destacar, exhibir. Cada viaje, cada comida, cada instante compartido debe ser memorable, instagrameable, y ojalá envidiable. La vida, más que existir, se ha vuelto una vitrina que exige ser constantemente adornada con momentos extraordinarios. La banalización de lo extraordinario En la lógica actual, lo cotidiano parece no valer nada. Desayunar en casa no tiene sentido si no hay una fotografía con brunch en una terraza de diseño. Caminar por el barrio es irrelevante si no es en una ciudad exótica. Leer un libro en silencio se considera tiempo perdido si no se comparte en redes con una taza de café estéticamente bien ubicada. ...