
Pensar duele: el arte de resistir en tiempos de distracción
Pensar incomoda. Pensar detiene. Pensar exige. En un mundo que privilegia la velocidad, el consumo inmediato y las respuestas rápidas, detenerse a reflexionar se ha vuelto un acto contracultural. Vivimos en una era de abundancia informativa, pero de profunda superficialidad intelectual. “Pensar no es tener ideas. Es dejar que nos atraviesen hasta doler.” La mayoría no evita pensar por incapacidad, sino por miedo. Porque pensar de verdad no tranquiliza: sacude. No adormece: despierta. Y lo que despierta, cuestiona. Por eso, en sociedades que han convertido la comodidad en virtud, pensar se ha transformado en una forma de rebeldía. ...