
Cuando la sangre envenena: rechazar la familia sin culpa
Desde la infancia nos enseñan que la familia es lo más sagrado. Que hay que perdonar siempre. Que la sangre une por encima de todo. Que cortar vínculos con un familiar —aunque duela, aunque agreda, aunque destruya— es una traición imperdonable. Pero ¿y si el hogar no fue refugio sino campo minado? ¿Y si el vínculo duele más de lo que sostiene? ¿Y si la cercanía no sana, sino que envenena? ...